YO, LADRÓN
Fernando Ávila
El 22 de diciembre de 1248 el caudillo Axataf claudica ante el rey Fernando y le entrega la llave de Sevilla. Siglos más tarde, otro 22 de diciembre, roban esa misma llave de la catedral y aparece muerto un hombre. Las desgracias no terminan ahí. Ya de noche, alguien va a hacer estallar una bomba durante el derbi Sevilla-Betis.
¿Están relacionados los tres hechos o todo es fruto de una desafortunada coincidencia?
El inspector Alejo Fonseca tratará de averiguarlo con la ayuda de los periodistas Valentina Vidal y Urbano Nogueiras, quien fuera pieza clave en la resolución del caso Torquemada.
Para descifrar el enigma, habrán de sumergirse en la historia e indagar sobre la figura de un marino cántabro que participó activamente en la conquista de Sevilla. Pero esta es solo la punta del iceberg. El pasado tiene todas las respuestas y ellos quieren encontrarlas.
¿Serás tú capaz de hacerlo antes?
Yo, ladrón, un inquietante thriller donde el tiempo siempre corre hacia atrás...
- Escritor
- Fernando Ávila
- Colección
- Coolbooks
- Materia
- Novela negra y thriller
- Idioma
- Castellano
- Editorial
- Platero Ediciones
- EAN
- 9788419492227
- ISBN
- 978-84-19492-22-7
- Páginas
- 396
- Ancho
- 15 cm
- Alto
- 21 cm
- Edición
- 1
- Fecha publicación
- 28-11-2022
Reseñas
Divertida, interesante; una apuesta segura de la editorial Platero para esta temporada. Impecable, compendio de emoción repartida en estampas de aventura e Historia con un cambio de ambientación digno de entrega de James Bond, con matices almizclados de un Egipto dividido desde el comienzo de la hegemonía musulmana en tierras de faraones.
Dos llaves que simulan la entrega tras la resistencia, pleitesía, sumisión, la épica toma de Sevilla en el seno de la Reconquista, el conjunto de episodios bélicos más largo de las crónicas. Guerra para conseguir la paz, para lograr que un mismo Dios cambie de nombre. Alá es grande y Dios…
“Váleme, Señora, y te rendiré el pendón de estas huestes hostiles al mismo tiempo que te construiré un santuario aquí mismo, en este indómito lugar desde el que te pido que ayudes a que la Cristiandad extienda sus tentáculos en esta tierra de infieles”.
No se entiende la toma de Sevilla sin la concurrencia de los bravos marineros cántabros, asturianos, héroes anónimos que lograron estampar en sus escudos los eslabones de las cadenas del puente de barcas que tanto significó a la hora de cifrar las últimas secuencias del cambio de mando de la Sevilla administrada por el usurpador Axafat, el cadí sin reino, el hombre que se plegó al destino con una sonrisa, anacrónico gesto de una derrota.
Y una historia que entronca la piedra azul negruzca venerada en la Meca y los vericuetos históricos de una sucesión de personajes que terminan dando consistencia al esqueleto de una trama sublime que goza, además, de una destreza narrativa digna de mención.
Fernando Ávila había sorprendido a sus lectores con su ópera prima, El publicista, y consiguió la adhesión de ellos a su causa con Maldita tú eres, quizás el prólogo literario de esta entrega que nos ha congregado. Mismos personajes, parcialmente, nueva historia y un ritmo narrativo absorbente que no admite treguas. Desde luego, un estímulo excelente para quienes gustan de distintos géneros, pues son muchos los que se conjugan en este menú en el que es necesario probar todos los platos.
No deberíamos dejar de lado el humor destilado en distintos episodios y capítulos y los constantes guiños que seguro están dedicados a vivencias y secretos de un autor que debería subir un par de escalones en esa escalera del éxito que tantas dificultades suele ofrecer a los autores andaluces.
Buena oportunidad para conseguir un libro con el que acertar a la hora de regalar un ejemplar a quien sabemos que va a disfrutar con las letras, o a la de contar historias al oído de quien, impedido, mantiene la tensión postrado en el lecho en que la enfermedad desaparece con el trampantojo que una buena trama regala.
Buena obra en presentación y ejecución, de trato agradable y dulce fragancia, un objeto de deseo que colma los sentidos y alcanza el intelecto tras haber horadado el corazón de los suscriptores a la calidad. La caja de bombones llena, a medio llenar, vacía, y el regusto por lo que fue sumado a la añoranza de lo que queda por vivir.
Aquellos que ven en Fernando a un santo, disfrutarán el doble y quienes lo consideran un guerrero se llevarán por triplicado el mismo premio. No obstante, las escenas en las que actúa como protagonista son un cuadro realizado por los maestros de la pintura. Una corona mutada en soga al cuello antes de morir con aroma de santidad.
Pero no es preciso desvelar más secretos. Viajemos a Egipto, unámonos a Valentina, a Alejo y a Urbano y dejémonos ir…
